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Crónica - Avatares letras

La historia, esa vieja osada siempre joven

 

Prof. en Historia, Tomás I. Bilanovic Sakic (Santa Teresita)

La mayoría de las veces que hablamos de Historia sentimos la tentación en asociar a la misma a un conjunto de narraciones que versan sobre el pasado de alguna persona, sociedad, civilización, nación, etc…etc…
O quizás tendremos una visión magnificada del interminable y eterno manual de Cosmelli Ibáñez que nos retrotrae melancólicamente a nuestros felices años de la escuela secundaria o la otra versión, síntesis sintética que nos sacaba las papas del fuego cuando nos llevábamos Historia a Diciembre o Marzo y ahí estaban los salvadores resúmenes Lerú que todo lo sabían en pequeño, abreviado y condensado.
Definíamos Historia como: “el estudio y la narración de los hechos del pasado realizados por el hombre” o “Magister Vitae”, quizás para darle un sesgo intelectual. No faltaron quiénes arriesgaron que la Historia es un compendio de conocimientos metódica y sistemáticamente organizados que tratan de las acciones de los hombres a través del tiempo. En realidad, es mucho más pues se trata de una ciencia que tiene su campo de acción propio y una metodología a seguir en lo que a investigación y tratamiento de fuentes, testimonios y otros múltiples aspectos respecta.
Como dijimos, se trata de una ciencia pero que tiene una particularidad (que es también una dificultad) que la caracteriza.
Todos sabemos que una de las fases de cualquier investigación científica es la Experimentación.
Por ejemplo. Si lanzamos una esfera de acero desde determinada altura (2 mts.) ya sea en Argentina, la China, Tanganica, Islandia o cualquier lugar del mundo ya sea hoy, hace un mes, cien, o miles de años, esa esfera caerá con la misma velocidad o hará su recorrido prácticamente en el mismo lapso de tiempo, dado que las diferencias de la atracción y las fuerzas magnéticas varían muy poco según las Longitudes y las Latitudes del globo terrestre.
Este experimento la podríamos repetir la cantidad de veces que deseemos y los resultados van a ser siempre los mismos.
Ahora bien, si queremos experimentar con la Historia la cosa no va a ser tan fácil, porque no podríamos nunca reproducir una Batalla de San Lorenzo, por razones obvias: no tenemos vivos a los personajes que participaron, el medio geográfico cambió, la mentalidad de los actuantes de aquella gesta es diferente a lo que se buscaría reproducir, entre otras cosas.

Crónica - La Historia

Sí podemos RECREAR esa gesta histórica en base a documentación, fuentes y testimonios que heredamos del pasado, con uniformes confeccionados en el presente, con caballos que distan mucho de aquellos que fueron en San Lorenzo, con actores que personifiquen a los protagonistas y con una escenografía, que no es el campo de batalla original. He ahí la gran dificultad a la que hacíamos referencia.
Pero no es la única. Quien pretenda analizar un hecho histórico, (sin estar preparado) cae en el error de ver los hechos del pasado con la mentalidad del presente. Y ello no es posible pues como observadores del fenómeno histórico llegaríamos a conclusiones desacertadas.
Cuántas veces hemos oído a conferencistas referir a la antigua Grecia como Cuna de la Democracia, que si bien es cierto, no se puede dejar de mencionar que existía la esclavitud en Grecia y… a más de uno se le caería la mandíbula hasta el piso. No sería tan grave si aclaramos que tanto en la antigua Grecia como en otras civilizaciones importantes de la humanidad, se consideraba que algunos habían nacido para ser guerreros, otros para ser escribas, sacerdotes, filósofos, comerciantes, vasallos etc... y otros para ser esclavos.

Para hacer un poco más sencilla la cuestión, podremos considerar a la Historia como una cadena. Sí, leyó bien, como una cadena. Todo acontecimiento histórico consta básicamente de tres partes: CAUSAS, DESARROLLO Y CONSECUENCIAS.
Ya habrán observado que usamos el plural en dos de las palabras que anteceden y ello se debe a que todo hecho histórico no es monocausal sino multicausal y no van a derivar en una sola consecuencia sino en varias o muchas.
Para que algo ocurra se hace necesario que obre una causa de por medio, la cual va a generar un desarrollo que dará como fruto una serie de consecuencias.
Esas consecuencias o por lo menos alguna de ellas se convertirán nuevamente en causa de otro hecho o proceso histórico que tendrá su desarrollo y finalmente una o varias consecuencias y así, esos eslabones concluirán en formando una cadena.

Otro factor que no debemos perder de vista es la OBJETIVIDAD que se debe de tener al analizar un hecho histórico.
Permítaseme desilusionarlos, pero la OBJETIVIDAD EN SU ESTADO QUIMICAMENTE PURO NO EXISTE dijo alguien una vez y tuvo razón.
Desde el mismo momento que el análisis pasa por la mente de un individuo ya el asunto se subjetivizó porque la opinión dependerá de su ideología, su formación intelectual, sus intereses de clase y otros tipos de cuestiones.
Lo que sí podremos afirmar es que hay que buscar la VERDAD, pero tampoco caigamos en la trampa dialéctica en que no existe una sola verdad sino muchas.
Este concepto es el que se nos trata de imponer con intencionalidad, porque la VERDAD ES UNA SOLA, lo que sí podremos sostener es que sobre esa VERDAD única e incontrastable pueden y de hecho existen distintas miradas y distintas ópticas.
Un simple ejemplo nos ilustrará:
Supongamos que en la esquina de nuestra casa ocurrió un pequeño choque entre dos automóviles.
Varios fueron los testigos de la colisión, y si los interrogamos individualmente a cada uno de ellos, en algún punto las versiones no coincidirán uno de ellos por ser daltónico dirá que la culpa del choque la tuvo el coche verde (cuando en realidad era de color rojo). Otro quizás afirmará que el coche negro cruzó el semáforo en rojo. Un tercero señalará que el automóvil rojo iba a gran velocidad y un quinto hablará de una falla de reflejos de los dos conductores a la hora de frenar.

Crónica - Avatares letras

En este caso la ÚNICA VERDAD es que hubo un choque. Los comentarios y testimonios de los testigos pueden variar por distintas y diversas razones, no por ello debemos decir que hay tantas verdades como testigos ya que la ÚNICA VERDAD QUE SE IMPONE ES QUE HUBO UN CHOQUE ENTRE DOS AUTOMÓVILES EN LA ESQUINA DE MI CASA, lo otro pasa a ser secundario.
Por esa razón, en la Historia como en los otros aspectos de nuestra vida debemos buscar siempre la VERDAD, debiendo tener en cuenta que VERDAD no consiste solamente en no mentir, decir una VERDAD A MEDIAS O INCOMPLETA es una manera de faltar a ella , dicho de otra manera estaríamos cayendo en MENDACIDAD pura.

Muchas veces algunos historiadores, en su afán de engrandecer a importantes personajes de la Historia se ven tentados en elevarlos al bronce. Cada plaza de cada pueblo de nuestra argentina son fieles testigos de ello.
Esta elevación de la VERDAD, nos hace perder el verdadero horizonte y la real valía de lo que nos dimos en llamar nuestros próceres.
¿Quién de nosotros no habrá observado en alguna escuela, oficina pública o ente estatal el cuadro del Gral. San Martín montado en un brioso corcel blanco con su uniforme perfectamente planchado e inmaculado y como colofón de fondo una nevada cordillera de los Andes dando un marco imponente a dicha escena?
La respuesta es obvia: todos.
Pero esa exageración de lo estético nos lleva al engaño y el efecto que produce en el observador dicho cuadro es el contrario al que el autor aspiró.
La VERDAD en este caso es que San Martín cruzó los ANDES.
No lo hizo montando su caballo blanco, sino a lomo de mula cuando su estado se lo permitía o en camilla cuando éste último se agravaba debido a la úlcera que padecía.
Cuanto mayor fue entonces el mérito del Libertador el haber cruzado la poderosa cordillera en un estado lamentable de su salud y no sano y erguido en su caballo blanco.
Por ello señalamos que más allá del homenaje, hay que bajar del bronce a los próceres, porque de esa manera se los mostrará más humanos y no tan inalcanzables y a través de su ejemplo, observar que podemos aspirar que como ellos, podemos realizar actos de heroísmo.

¿Cómo acercarnos a la VERDAD sin desviarnos en el camino de su búsqueda?

Para todo historiador o persona dedicada a la Historia es fundamental consultar la mayor cantidad de fuentes posibles sobre el tema que tiene en sus manos.
De esa manera la riqueza de versiones será mucho más completa y le ayudará a llegar a conclusiones más acertadas o cercanas a la verdad desechando lo accesorio y tomando lo esencial. Esto como primer paso.
En una segunda instancia será imprescindible que el investigador se libere de todo prejuicio sobre el objeto de su investigación. Y por último despojarnos de todo tipo de soberbia intelectual (lo que no implica no defender una posición según nuestras convicciones) , porque generalmente se concluye que cualquiera puede pontificar sobre Historia ya que erróneamente se piensa que con solo saber alguna fecha o haber tenido una información superficial sobre determinada cuestión lo habilita a erigirse en un historiador de fuste. Total, hablar de Historia no cuesta nada porque solo se trata de hablar...
¿Sería idéntica la actitud si a un contertulio devenido en “historiador” lo invitásemos a opinar sobre Física Cuántica o Nanotecnología? Evidentemente no, puesto que para hablar sobre estos últimos implicaría tener conocimientos previos profundos, características que equivocadamente se cree que no son aplicables al estudio de la Historia, esa maravillosa ciencia que nos permite saber CUÁLES SON NUESTROS ORÍGENES, para reconocer QUIÉNES SOMOS y de esa manera delinear un futuro que como sociedad o comunidad con idioma, tradiciones e idiosincrasia en común, entre otros aspectos.

 

 

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