Dossier
 

Cuando el recordado actor Luis Sandrini protagonizó la película Los tres berretines a fines de la década del ’30, reflejó al tango y al fútbol como dos pasiones populares en la vida de cualquier argentino de aquella época. Terminando el siglo, la música ciudadana reflota en el gusto de la juventud que se vuelca a las academias para aprender los secretos de su baile y la pelota sigue siendo el objeto codiciado de once jugadores por bando, ahora protagonistas de un negocio mundial multimillonario, pero ambas perduran en el alma criolla. Estas disciplinas tienen lazos que las han unido. Desde el recuerdo de Carlos Gardel quién acompañó con su voz en vestuarios al seleccionado argentino que disputó el Mundial de 1930 en Uruguay hasta el reconocimiento de ciertos autores cuyas letras narran historias futboleras como El sueño del pibe o las numerosas canciones dedicadas a los clubes como el tango Racing Club.
También los jugadores han tenido devoción por los intérpretes. El famoso equipo de River Plate de 1942 conocido como “La máquina” concurría a disfrutar los acordes del bandoneón de Aníbal Troilo, fanático del club de Núñez y el Central José Manuel Moreno se lucía en la pista.
Muchas veces se ha dicho que el fútbol tiene pasos de baile y si hablamos del sentimiento rioplatense deben ser movimientos tangueros. Ambos encierran la picardía criolla, ya sea en las “figuras” que dibuja en el aire una pareja en el salón o los “cortes” y “quebradas” de cintura de algún habilidoso en la gambeta sobre el césped.
En la década del 40 era compartido el desconsuelo de quienes no tenían aptitudes.
El periodista Ricardo Lorenzo más conocido como Borocotó explicaba que “los que gustan del tango y no saben bailarlo, se lamentan; los que aman el fútbol y no han podido ascender hasta el pedestal donde se hallan situados unos pocos ídolos, sienten igual pena”.
Mostrando un paralelo en sus caminos, agregaba que “el tango salió de los arrabales, de los mismos en que se formaron los futbolistas y fue introducido en los salones que lo despreciaban extendiendo su reinado por Europa". Al deporte popular del Río de la Plata le estaba reservada una suerte igual. Llevó al viejo continente lo que no habían lucido los ingleses y contra toda la fuerza de los corpulentos adversarios, el criollo sorteó obstáculos y marcó “goles”.
No sabemos que deparará el futuro pero lo cierto es que tango y fútbol forman parte en la historia del gusto y sentimiento argentino.


Pasiones Criollas - por Adrián Merel